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Apocalipsis: Cap6 El descuido

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PokeStand's avatar
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Capítulo 6: El descuido.
No le importaban cuantas personas murieran. Él estaba vivo. Dos o tres personas a su alrededor también lo estaban. El amor de su vida también lo estaba. Entonces, ¿Qué importaba cuantas personas murieran? El afuera era otro mundo completamente diferente y ajeno a él.
Daniel se desperezó con energía y lo primero que busco con la vista fue a Martín.
-Tincho~
El argentino, sentado en el sofá con Sebastián, jugaba muy entretenido con cartas de quién sabe de donde las habría sacado.
-¿Cómo andás? ¿Dormiste bien?- Le sonrió con cariño y al paraguayo le dio un vuelco al corazón.
-Herr… si. Dormí bien.
El rubio le abrió los brazos y Daniel no dudo en devolverle el abrazo, apoyando su cabeza en el pecho de Martín. Volvió a repetirse, ¿Qué importa lo que hubiera afuera del umbral de la entrada? No, así no importa. No es mañanas como esta.
Sebastián abrió los ojos bien grandes al ver a sus amigos tan “cariñosos” pero, lo único que atinó a decir fue un “Te toca, Martín”.
-¿A qué juegan? ¿Truco?- Inquirió el paraguayo.
-Nah, casita robada. El truco es muy complejo…
-La casita robada es más sencillo, si… e igual vas perdiendo- Se burló el uruguayo.
-Callate. Ya tiré la carta, te toca.
-¡Dejame pensar…!
-Si en este juego no se piensa, boludo.
-Vos no pensas, yo sí. Y voy ganando, qué casualidad…
-Es suerte, Sebas, es suerte…
Siguieron jugando un rato en silencio: Daniel miraba atento, divertido; Sebastián con su cara de póker y sus sonrisas traviesas cada vez que el argentino hacia algún ruido indignado porque no, a él no le podían ganar, no…
-Para mi te estás carteando, Sebas… admitilo…
-Admití que sos malo.
-¡NUNCA!- Martín puso una carta sobre el sillón con cara de “This is Esparta!”.
Daniel y Sebastián rieron. Este último se llevó la casita del argentino, quien estalló en furia.
-¡Te estás carteando! ¡Este juego está arreglado! Qué lo parió…
-Solo me levante con suerte…- Tarareó feliz.
-Sí, con la re suerte. Y yo que tengo tanta suerte como un elefante rosa malparido con tres trompas que pisa mierda, se resbala y queda así como pobrecito boca arriba y no se puede levantar, como las tortuguitas y ayyyy pobres tortuguitas, como la tuya, ¿No Manu?
El chileno acaba de entrar a la habitación seguido de Luciano.
-¿Yo qué?
-Que tenias una tortuguita que se daba vuelta y después como que pataleaba y era re tierna y no se podía dar vuelta, como Bender y ¡Como extraño la tele!
-Ah, si po era súper cruel porque vo’ te reíai de la pobre, y ella solo quería darse la vuelta y no podía…- Sonrió al recordar a su vieja y difunta mascota.
-Ah, che- Susurró Martín a Daniel al oído- dejamos todo limpio arriba, ¿No?
-Hemm…- El paraguayo se puso de pie, disculpándose con una pequeña sonrisa- no sé, por las dudas me voy a fijar…
Cuando desapareció, Manuel habló.
-Pa’ la comida falta como una hora, tuvimos que prender el fuego porque no hay más gas. Yo voy a salir un rato…
-¿Eh? ¿Salir a donde?- Sebastián parecía preocupado.
-Yo voy con vos- Le dijo el argentino- no aguanto estar encerrado. Me asfixia. Te acompaño, necesito tomar aire…
-A mi me pasa parecido. Además quiero fijarme si hay zombies o no hay, y hasta donde esta “limpia” por así decirlo, la zona…
-Ah, claro, cualquier escusa por no terminar el juego…- Bromeó Sebastián acomodándose los anteojos, aún desconfiando de la propuesta de salir.
-Callate, boludo. ¡Te juego la revancha cuando vuelva!- Martín agarró a su querido Tomás.
-Vayan, pero vuelvan rápido- Alcanzó a decirles el rubio de ojos almendrados antes de que ambos se fueran por la puerta.
-¿Tenés balas?
-Sí. ¿Tení tu hacha?
-Acá está mi Tomasito...
El rubio apoyó una de sus manos en los ladrillos de la pared, dando un salto para lanzar el hacha hacia el otro lado del muro.
-Haceme piecito.
-¿Por qué yo?
-Porque sos más chiquito, cuando esté allá arriba te ayudo a subir, va a ser más fácil porque sos menos pesado.
El chileno asintió, entrelazando sus manos para que el argentino pusiera su pie encima y se impulsara para alcanzar el muro. Una vez arriba, se tambaleó tratando de equilibrarse para no caer de cabeza. Cuando recobró la estabilidad, se acomodó para no partirse las pelotas con el muro y finalmente, le extendió la mano a su amigo, quien miraba un poco divertido.
-No te caigas- Se burló mientras aceptaba la mano para poder subir la pared.
Después de ayudarlo, Martín se tiró y cayó al suelo flexionando las piernas y cayendo perfectamente, aunque balanceándose un poco hacia atrás y el peso lo hizo caer, finalmente de culo, por el impacto. A Manuel le pasó algo parecido pero fue causa de estar riéndose del argentino.
-Dale, vamos, boludo…
-Ya, por aquí.
Salieron de esa casa, caminando por la vereda por pura costumbre.
Todo estaba desierto. Recién en la segunda calle encontraron un zombie que apenas podía moverse. Se arrastraba con la ropa que le quedaba, zaparrastroso, podrido como un pedazo de carne bajo el sol de la tarde de un día de verano.
Manuel apuntó directo a la cabeza.
-No lo mates. No nos puede hacer daño, apenas puede avanzar.
-Pero es un zombie y…
-¿Cuántas balas te quedan?- Preguntó sarcásticamente para hacerlo entender.
Siguieron su camino durante unos metros más, sin embargo, al no encontrar más que calles caóticamente desiertas, decidieron volver.
-Martín, sentémonos un rato. Quiero hablar de algo…
El rubio asintió y Manuel se sentó en el suelo, apoyándose contra la pared y usando ésta de respaldo. El rubio se sentó a su lado, cerca como siempre, hombro con hombro. El chileno no le dijo nada porque ni siquiera notó la cercanía que, sin darse cuenta, ya era costumbre.
-¿Qué pasa?
-Yo…- Manuel se quedó callado, sin saber exactamente como decirlo.
Luego de una larga pausa donde ninguno de los dos se atrevió siquiera a lanzar un suspiro interrogativo, Martín se vio obligado a hablar.
-Che, creo que ya sé. Es por lo de ayer ¿No? Bueh, ehh, la cosa es así. Pienso que lo mejor para los dos es que yo me enamore de Dani, asique… eso. Ah, y perdón por… esto… las cosas feas que te grite ayer…? En serio, perdoname. Me saqué feo. Sobre-estrés y cansancio, viste… perdón.
-M…Martín- Susurró. No era exactamente lo que quería escuchar.- ¿Entonces yo…? Ah, te sigo g…gustando o… esa wea ¿no?
El argentino rió al ver lo adorable que era el chileno cuando estaba avergonzado.
-¿Sos boludo? Yo te amo igual que antes. Esos sentimientos no cambian de un día para el otro…- Admitió mordiéndose el labio juguetonamente.
-¡No hacía falta ser tan directo!
-Es igual.
-¿Te puedo preguntar una cosa?
-Sip, lo que quieras.
-¿Cuál es tu… necesidad… de caerle bien a todo el mundo?
-¿Realmente querés saber?
-Si no quisiera no estaría preguntando por weón.
-Uh, esto se va a volver una sesión de psicología. A ver… es simple. Aunque no se lo conté nunca a nadie…- Hizo una pausa- A mi viejo nunca lo conocí. Hizo tipo el papá de Nelson, un día se fue por una boludez y no volvió más. Nunca supe nada más de él.- Hasta ahora había estado sonriendo pero su semblante cambió en un instante- Mi vieja era azafata y andaba siempre de país en país y aunque tenía la oportunidad de volver a casa, no lo hacía. Porque no me quería. Quise emanciparme pero como no tenía de donde sacar guita el juez me lo denegó. Igual mi vieja tampoco me daba plata asique tenía que trabajar, así de peque. ¿Te conté que una vez hice una propaganda de yogurt? Con eso gané bastante, fue re gracioso…
-Asique por eso tu necesida’ de compensar la atención que no te dieron te chico.
-Ponele.
-Ah…
Otro silencio incomodo los atrapó, y esta vez, Martín no tenía nada que agregar.
-Ehh… ¿Martu? Cántate algo…
El argentino sonrió. Le encantaba cuando Manuel lo llamaba cariñosamente pero de alguna forma, también le dolía.
-¿Algo como qué?
-No sé, algo que tenga que ver con el momento…
-Cantaría el opening de Highschool of the Dead pero creo que sería muy desconsiderado de mi parte.
Manuel sonrió negando con la cabeza.
-Weón. Piensa en algo o canta cualquier cosa.
-Mmm… a ver… ah, ya sé. Esta es perfecta.- Martín se aclaró la garganta antes de comenzar a cantar, ladeando la cabeza que luego terminó en el hombro de Manuel.- Me preguntaron cómo vivía, me preguntaron… 'Sobreviviendo' dije, sobreviviendo. Tengo un poema escrito más de mil veces, en él repito siempre que mientras alguien… proponga muerte, sobre esta tierra y se fabriquen armas para la guerra, yo pisaré estos campos, sobreviviendo. Todos frente al peligro, sobreviviendo… tristes y errantes hombres, sobreviviendo…- Siguió cantando, llenando el vacío del barrio muerto con su esa voz que Manuel siempre había admirado.- Hace tiempo no río como hace tiempo. Y eso que yo reía como un jilguero…
Cuando terminó, se decidió a seguir cantando, puesto que el silencio era peor que el mismo apocalipsis infernal. Incluso una horda de zombies en perfecto estado daba más seguridad y confianza que ese silencio apuñalador.
Porque el silencio te hace pensar. Y eso, eso era lo peor en estos instantes. Uno no pensaba. Uno sobrevivía. Repensar la situación era como caer en la cuenta que de todas formas ibas a morir y… no. Simplemente no da. No sirve. Eso no es parte de la supervivencia básica.
-Listones de un curioso motor de humanidad, resortes viejos de este amor que va, memoria hostil de un tiempo de paz… sin paz. Narices frías de una noche atrás…
-¿Y esa canción?
-¿No la conoces, chabón? ¿En qué mundo vivís?
-Si la conozco, me suena pero… no me acuerdo, weon.
-…Besos por celular, las momias de este amor viven el actor de lo que fui… Spaguetti del rock, flaco, un temazo de Los Divididos.- Exclamó con una sonrisa antes de seguir-…Pantalla de la muerte y de la canción, proyectos de un nuevo spaguetti del rock… cíclope de cristal, devora ambición, vomitamos de luz de ficción. Remontar el barrilete en esta tempestad solo hará entender que ayer no es hoy, que hoy es hoy, y que no soy actor de lo que fui…
Martín se interrumpió abruptamente al escuchar un disparo. Ambos se levantaron del suelo, preparando sus respectivas armas.
Se tranquilizaron cuando Daniel apareció en el horizonte.
-Tincho, estaba preocupado- Le gritó desde lejos.
-Estoy bien- Le aseguró mientras se acercaba.
-Ya veo.
-¿Qué fue ese disparo?
-Nada, un zombie que se arrastraba medio muerto.
-¿Para qué desperdicias balas?- Le recriminó Manuel, ignorando el hecho que él mismo había intentado matarlo.
-Porque QUISE y ya, ¿Si?- Respondió un poco brusco, poniéndole mala cara.
-Che… mejor volvamos- Intervino el argentino.
-Vamos~
El paraguayo tomó del brazo a Martín, dirigiéndose para la casa. Manuel se puso del lado contrario de Daniel, al otro lado del rubio.
El paraguayo lo miraba con fuego en los ojos, fulminándolo con una sola mirada.
-¿Qué te pasa?- Le gruñó Manuel una vez que llegaron a la puerta de la casa.
-¿Quieres saber?
-Sí, cuál es tu maldito problema conmigo.
-Tú eres mi maldito problema- Escupió Daniel, enojado.
-¿Yo? Oh, sí, tiene muchísimo sentido. Especialmente porque te ando molestando todo el rato y…
-¿Eso es sarcasmo?
-Depende, ¿Eres tan aweonao como para no notarlo?
Martín se encogió cuando la pelea comenzó tan rápidamente. Los dos empezaron a gritarse, histéricos y rabiosos quién sabe por qué. El argentino no tenía la menor idea de nada. ¿Quizá por él? ¿O eso era meramente un pensamiento egocéntrico de los suyos? Por las cosas que se gritaban, parecía más personal que por amor. Por simple odio. ¿Odio impulsado por qué? ¿Por simple odio?
-¡BASTA!- Alzó la voz hasta que le raspó la garganta.
Ninguno le hizo caso.
Daniel quiso terminar la pelea entrando a la casa y dando un portazo cuando ya estaba dentro. Manuel lo siguió gritándole, sin ningún filtro en la boca, un millón de insultos.
Martín corrió tras ellos, preocupado.
-…sí, pero ¿Mirá si te caés de la catarata? Mejor podríamos pensar otro lugar vacacional...- Murmuró Sebastián.
Luciano no llegó a contestarle por la interrupción repentinamente escandalosa de sus dos amigos.
-¡!- Parpadeó parándose en un instante, interponiéndose entre ellos y viendo de reojo como llegaba Martín.- ¿Você me puede decir que está pasando?- Le preguntó al argentino y este se encogió de hombros, mirando con desesperación la pelea.
Sebastián era ajeno a todo este problema, en la suya. Había algo que lo dejaba intranquilo. Como no quiso molestarlos, gateó por el suelo detrás las espaldas de los demás, echando una mirada al pasillo.
Desde donde se podía ver la puerta abierta.
No solo la puerta.
La reja de la entrada.
Si, la misma que debía estar bloqueada y cerrada por el bienestar de sus vidas.
Y también había un par de ojos enloquecidos por un extraño frenesí rabioso.
-¿¿QUIÉN FUE EL PELOTUDO QUE ABRIÓ LA REJA Y DEJÓ LA PUERTA ABIERTA??- Gritó arrastrándose hacia atrás como pudo, presa del pánico de verse otra vez en el estado vulnerable de ver al muerto caminante correr en su dirección.
Las discusiones se detuvieron secamente y durante una fracción de segundo no ocurrió nada. Nadie se movió, el zombie no avanzó, Sebastián dejó sus intentos errantes de escapar.
Y como si la película volviera a empezar otra vez, todos tomaron en cuenta que los sentimientos de amor y de rabia que sentían no tenían cabida en su relación como compañeros de un grupo cuya finalidad era sobrevivir. Esa era siempre la única prioridad impuesta como regla inexplícita que todos habían entendido sin necesidad de palabras. Esa y, “ayuden a Sebastián”.
Daniel disparó en un golpe certero al cerebro de aquella alimaña con forma humana, la cual cayó estrepitosamente contra el suelo al lado del uruguayo.
Apresuradamente, el castaño de ojos verdes dirigió su vista a la otra entrada que tenía la habitación, captando que ese zombie no era el único que había entrado. Y cuando intentó armar fuego contra él una vez más…
-¡Manuel, balas!
Manuel simplemente le disparó al muerto, antes de sacar su bolsita con cartuchos. Contó rápidamente cuantos tiros les quedaban y se lamentó al darse cuenta que no alcanzarían para tantos.
-¡Manu!
El chileno levantó la vista para ver justo la hoja del hacha de Martín rasgar la carne podrida del cuello del zombie. Cerró los ojos enseguida aunque la imagen ya estaba grabada en su cabeza.
La cabeza semi-arrancada quedó en el suelo y Martín volteó la cabeza para no vomitar. Caminó rápidamente hacia la puerta, cerrándola con un portazo que resonó en todo el cuarto.
-¿Cómo pasó est…?
-¡Você no puede hacer lo que el cuerpo no le da! Tienes que aceptar que ya no puedes caminar ni moverte libremente, aunque no quieras.- Gruñó Luciano, levantando al uruguayo con un abrazo cargado de preocupación.
-Yo…
-¿Y si mueres?
-Pero…
-Sebastián…
El abrazo fuerte y el hecho de escuchar su nombre en una voz quebrada hizo al rubio recaer la mirada, asintiendo la cabeza.
-Quizá tengas razón…
Sí, no quería aceptar su condición. Simplemente no quería. Pero debía hacerlo, eso le decía su sano juicio. No obstante, todo el resto en Sebastián se negaba a creerlo. Porque el insistiría hasta el último de sus alientos que no era un ser inútil.
Y Martín, que estaba demás decir que conocía al uruguayo casi más de lo que conocía los profundos ojos color miel de Manuel, podía ver con claridad la vena rebelde contradiciendo la cordura de su amigo.
-Sebas. Lu tiene razón. NI SE TE OCURRA seguir pensando en vos como alguien que tiene nuestras mismas condiciones FÍSICAS- Dijo lentamente para dar énfasis a lo importante- ¿Me entendiste?
El uruguayo seguía con la mirada clavada en el piso, con la angustia de las palabras de los demás repiqueteando en su cabeza.
Sin embargo, al final no le quedó más que asentir lentamente y saber que todos lo decían porque lo querían y no por desvalorizarlo. Pero en su mente el sentimiento de inutilidad seguía presente.
-Weones…- Llamó Manuel, quien miraba a través de la cortina con sumo interés.
-¿Qué hay?
-Miles y miles de… conchesumare ¿Cómo saldremos de aquí? ¿Cómo llegaron ellos tan rápido? ¿Cómo…?
-Por ahí ni siquiera se los cruzaron y cuando entraron haciendo tanto alboroto…- Sugirió Sebastián con calma forzada.- El problema está en cómo salimos…
-Fácil, no salimos- Ofreció Martín.
No obstante, Luciano negó con la cabeza.
-Ya no hay agua. No podemos vivir sin agua…
-¿Cómo qué no hay agua?- Preguntaron los tres que habían salido hace un rato en un unísono descoordinado.
-No, no hay- Afirmó Sebastián.
-Entonces, ¿Cuál es el plan?- Preguntó el chileno retóricamente, carraspeando.
-Hum… ¿Dormir?- Le respondió Martín.
-Basta, no seai…
-No, no es tan mala idea…- Lo defendió Daniel- digo, podemos descansar antes de salir a matarlos a todos.
-O mejor, pensar una solución para salir sin toparnos con ellos- Asintió Sebastián- Según tengo entendido, no quedan muchas balas.
-Bueno… entonces está bien- Afirmó Manuel.
-¿Ah, si? Uh, voy a empezar a decir pelotudeces más seguido.
-No te pasi, Martín- Advirtió Manuel, aunque ya no sonaba enojado. Solo cansado.
-Yo hago la primera guardia- Ofreció el brasilero.
-Y yo me quedo despierto con vos así pienso en algo.- Dijo el uruguayo- Ustedes váyanse a dormir. Mañana tendremos un día difícil…
Sé que había prometido un creepypasta para Halloween pero por problemas de tiempo no lo pude terminar >.< se los prometo, algún día de estos lo publico!! Como sea, les traigo esto a cambio (? este es el momento de salta la tensión *Les salta la tensión de la pantalla y les ataca la cara :3*
Eso nomas n.n
Canciones: Sobreviviendo de Victor Heredia y León Gieco (creo) y la segunda, como dice ahí, Spaggetti del rock, de Divididos (Temazo <3 de solo imaginarme a Martín cantando eso con vo< sexy, muero)

Ah, sí, lean esto: [link] es importantoso... (masomenos)

Los personajes no me pertenecen, son de Rowein.

:D
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AnnaK1332's avatar
OMG, en la pelea de manu y dani me acordé de esto, te doy un diccionario de insultos chilensis para tu coleccion, xDD aunque algunos son muy vulgares y no te recomiendo ponerlos en un fic (?) [link]